Dylan Thomas
(1914-1953)
Dylan Thomas nació en Swansea,
Wales, Inglaterra, en 1879. Poeta y periodista. Sus obras más
importantes son Deaths and Entrances (1946), publicado después
con otros de sus poemas en Collected Poems 1934-1952 (1952), y Portrait
of the Artist as a Young Dog (1940), una colección de relatos
autobiográficos.
Veo a los muchachos del verano
I
Veo a los muchachos del verano en su ruina
Echar el dorado diezmo estéril,
Helar los suelos sin importarles la cosecha;
Allí, en su calor, fluye el invierno.
De los amores congelados eligen a sus niñas
Y ahogan en sus mareas las cargas de manzanas.
Estos muchachos de luz cuajados en su locura
Agrian la miel hirviente,
Manosean muñecos de nieve en las colmenas;
Allí nutren sus nervios en el sol
Con las frígidas hebras de la duda y la oscuridad;
El cero es el signo de la luna en sus vacíos.
Veo a los niños del verano en sus madres
Rasgar en el vientre la carne del tiempo,
Dividir la noche y el día con dedos de duende;
Allí, en lo profundo, pintan sus dársenas
Con las cuatro sombras de la luna y el sol,
Tal como la luz del sol pinta el contorno de sus cabezas.
Veo que de estos muchachos los hombres de la nada
Surgirán por la transformación de las semillas,
O lisiarán el aire con los brotes de su calor;
Allí, desde sus corazones, el pulso de la canícula
Del amor y de la luz estalla en sus gargantas.
Ah, vean cómo palpita el verano en el hielo.
II
Pero las estaciones deben desafiarse o se derrumbarán,
Al sonar el cuarto de hora, cuando
Puntuales como la muerte tocamos las estrellas;
Allí, en su noche, el hombre que inverna
Tañe las campanas de lenguas negras,
Mas no le sopla a la luna de la medianoche, como ella sopla.
Somos los oscuros negadores, evoquemos
A la muerte desde una mujer del verano,
A la fuerza de la vida desde el estremecimiento de los amantes,
Desde la hermosa muerte que agita al mar
Al gusano de ojos brillantes en la lámpara de Davy,
Y desde la matriz preñada al hombre de paja.
Nosotros, muchachos del verano,
En esta veleta de los cuatro vientos,
Verdes en los grilletes de las algas,
Detenemos el ruido de la mar y derribamos a sus pájaros,
Alzamos la esfera de un mundo de olas y espuma
Para ahogar los desiertos bajo su marea,
Y limpiamos los jardines del lugar por una guirnalda.
En primavera adornamos nuestras frentes con el acebo,
¡Ah, la fruta y la sangre!
Y crucificamos en los árboles a los festivos señores;
Aquí el húmedo músculo del amor se seca y muere,
Aquí un beso se interrumpe en la batalla de ningún amor.
Ah, vean en estos muchachos a los extremos de la esperanza.
III
Los veo, muchachos del verano, en su ruina.
Hombre en su larva estéril.
Y los muchachos están plenos y extraños en el vientre.
Soy el hombre que su padre fue.
Somos los hijos del pedernal y de la brea.
Ah, vean cómo se besan los extremos al cruzarse.
Versión de Alicia Meza
Oh hazme una máscara
Oh hazme una máscara y un muro que me oculte de tus
espías
de esos agudos ojos esmaltados y de las garras ostentosas
de la rebeldía y la violación en los viveros de mi rostro,
una mordaza de árbol, en silencio golpeado para cubrirme de los
desnudos enemigos
hazme una lengua de bayoneta en esta oración indefensa,
vuelve mi boca flagrante y que sea una trompeta de mentiras soplada
dulcemente,
dame las facciones de un tonto moldeado en vieja armadura y roble
para escudar el cerebro brillante y confundir a los indagadores,
y un dolor viudo manchado de lágrimas caído de las pestañas
para velar la belladona y hacer que adviertan los ojos secos
que otros traicionan las quejumbrosas mentiras de sus pérdidas
con los pliegues de la boca desnuda y la risa solapada.
Elizabeth Azcona Cranwell
Poesia
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